El camino de regreso.
El árbitro señaló los tres pitidos de rigor y aquel día volvimos a perder. En los minutos en los que uno espera a que toda esa muchedumbre de sevillistas baje hasta los vomitorios, uno piensa en la ilógica del fútbol, ¿por qué un equipo que ha tenido más ocasiones no ha ganado el partido? Son de esos días en los que uno también se pregunta el por qué este deporte (aunque sería más correcto decir este equipo) sigue apasionándote año tras año. Una vez bajadas las infinitas escaleras que nos llevan a la calle, uno ve en el rostro de la gente la desilusión del partido y de la temporada, el desgaste en las caras, el "otro año igual", el recuerdo meláncolico de aquella época que parece que fue hace siglos y de la que no han transcurrido ni 10 años. Emprendemos el camino de regreso, aquel que nos llevó hasta el estadio y el que ahora nos debe de llevar a nuestros inicios. Comentamos la jugada, decidimos que el entrenador se confundió, que lo de los árbitros este año es deme