En nuestro código de barras
Otro año igual, los que llaman a las cosas por su nombre han vuelto a pasearse como se debe por las tierras en las que cambia el color de la tinta de negro a oro. Nuestro oro, que reluce más que la plata del paragüero, dice que fuimos otra vez campeones. Otra vez, damas y señores. Palpita nuestro código de barras al apuntarse con ese láser que ciegan a algunos jugadores. Pita y se refleja nuestro himno en todos los marcadores explicando por qué nunca nos rendimos. Dejamos atrás el lento pitido del encefalograma plano de los rivales cuando el árbitro marca con su pito que ya acabó. Se va un 2014 con otro europeo en las vitrinas, un año que es tan nuestro como aquellos 2006, 2007... y 2010 de gloria futbolística del siglo XXI en la tierra más bonita de Andalucía. Aunque muchos tiendan a volcar de blanco lo que el mérito sólo es blanquirrojo. Sin tantos millones que tirar al retrete, aunque los suyos valieron aquel camero. No es por el mero hecho de brillar, es por dar luz a don