Con lo fácil que era.



Hubo una época en la que ser del Sevilla no era más que ir al estadio, querer que ganara tu equipo e irte a casa con la satisfacción de la victoria o la decepción de la derrota.

De vez en vez no cenabas si nos eliminaba un equipo de segunda b o te pasabas horas en la cama pensando que broma hacer en el colegio tras otro derbi ganado.

Ahora en los tiempos de Twitter, se ha vuelto todo más complejo. Ya no vale sólo con ser sevillista, ahora hay que ser entrenador, director deportivo y presidente para saber a qué jugadores hay que fichar, a cuáles no, si deben ir tus aficionados a una final o armar la de Dios si la camiseta tiene una raya de más.

Hoy comienza una nueva temporada (en liga) y ya hay gente que sabe que será catastrófica, otros que critican a Caparrós porque un medio de comunicación ha dicho que tal jugador está cerca de fichar, o hacen campaña antiloquesea. Mientras el fútbol se convierte en una palabra extraña que se pasea sin mirar a saludarnos.

Los partidos se juegan en las redes, se infla la euforia tras dos victorias y se adelgaza al mismo ritmo si se pierden dos encuentros. Como decían en los 80 de El País “voy a leerlo para saber lo que pienso”. Hacia eso vamos.

Hoy vuelve la Liga, de nuevo ilusionante hasta que se demuestre lo contrario, con el sevillismo de cada uno viviéndolo a su modo, aunque si queremos seguir quemando las redes y filtrear con la quimera que nos da de comer a costa de no sé qué sentimiento, habrá que esperar que la ficción fiche a nuestro delantero favorito, aunque a lo mejor cuando llegue ese momento la realidad nos pilla en fuera de juego.

Foto: marca.com

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