Vender su piel





Mañana se juega el Partido con mayúsculas y con la necrológica ya escrita por algunos. Un encuentro que se lleva anunciando desde hace tiempo pero del que aún se desconoce el árbitro que pite su inicio. Hay gente celebrando el penalti a favor, otros el penalti en contra y el resto está dando marcha atrás pidiendo el VAR.

El partido tiene la sensación de enfrentar el miedo a perder frente a la  satisfacción por la victoria y no tengo muy claro quién puede ganar o dicho de otra forma me niego a pensar que consigan la victoria los primeros.

Mañana no será uno de esos partidos de nosotros o ellos. Porque los nuestros se muy bien quiénes son, los conozco, se sus números de socio y he vivido con ellos momentos inimaginables. El resto, aquellos que han vendido el corazón de los demás, los que juegan al negocio del miedo, han vendido su piel.

Pero parece que no saben con quiénes han dado, porque esa piel que nos protegió en las gélidas tardes de un domingo de segunda y se nos puso de puntillas en Europa no se puede vender. Es imposible vender la piel de mi abuelo, la de mi tío, la de mi hermano, la de mi padre, la de mis primos. No se puede negociar la noche del Shalke, lo vivido en Eindhoven, Glasgow o los goles de Suker.

Por eso desde ya en el estadio, en las redes, en cada espacio que ocupen los que se han dado tantos golpes de pecho que han terminado por engrandecer al gorila,  debemos de ponerlos en entredicho, moverle el suelo que pisan, ahogarles las conciencias de poner en vilo un siglo de historia.

Mañana que deberían de subirnos las hormigas por las piernas se han transmutado en hienas que están rodeando al árbitro para que pite el inicio del partido de nuestras vidas.

Foto @SevillaFC

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