Va por ti, Reyes
Se nos fue.
Reyes ha sido uno de esos jugadores que marcan a una generación. O a dos. Crecí con su nombre en mi oído y con sus lágrimas en el aeropuerto en mi retina. Yo lo vi jugar. Uno de esos peloteros que nos han dado mucho con la redonda en sus pies. Uno de esos ladrillos que construyeron nuestro escudo a color. Parte importante de nuestra mentaliad: quizás vender no era tan malo si servía para crecer y él nos abrió el camino en una mañana intersemanal de invierno que me pilló en casa tosiendo. Se fue al Arsenal y probablemente nunca un equipo inglés vendió tantas camisetas en Sevilla.
Qué calidad tenía... Qué zurda... Qué clase... Una velocidad endiablada que hasta el mismo demonio se echó las manos a la cabeza en más de una ocasión. La última este sábado pasado en un acto indefendible que hizo que se matara (aún no me lo creo, por Dios). Disculpadme, no es el momento para hablar de esto. Al menos no para reprochárselo, que se lo reprochen los sevillistas que lo han recibido en el cielo: "¿A quién se le ocurre, gitano, con lo buena gente que eras?".
En fin... Gracias al fútbol nos dio tiempo a agradecerle todo lo que hizo en vida. En el Sánchez-Pizjuán. Uno de los levantadores de títulos oficiales del sur de España. Su vuelta se convirtió en plata. Aplausos al artista de altares.
Los ídolos son lo que sus admiradores quieren que sean. Si la afición del Sevilla estima oportuno rendir tributo a uno de los jugadores más importantes del fútbol andaluz, ¿quién eres tú, Santiago, para decir que no merece un homenaje? ¿Acaso los mitos lo son por cómo mueren en lugar de serlo por sus gestas? Vete a chupar la colonia, Santiago, vete a chuparla. A ver si se te agria la lengua y dejas de apestar a oscuro minuto de gloria al que nadie te invitó. Respeta el duelo.
Ha fallecido un sevillista y nosotros estamos de luto. Otro guionista más en el cielo, poeta del balón a quien dedicar nuestra próxima alegria desde la Puerta Jerez:
Va por ti, Reyes.
