Puto amo




Cada guerra tiene su pequeño Vietnam, un espacio que recuerda a batallas pasadas, muertos que se repiten en cada enfrentamiento.

El Sevilla tiene a Caparrós. Un buque andante que sólo piensa en sevillista, que tiene entre su piel curtida la fiebre alta de Nervión. El derby, después de los descafeinados encuentros del pasado, ha encontrado de nuevo los aires competitivos que perdimos.

En todo ello la figura de Caparrós, que en algún momento le ha hervido la fuerza por la boca y es que no se podía vivir en un derby perpetuo, maneja como nadie las aguas de estos momentos. Metido en el contexto propio de un partido de esta altura, conecta a la perfección no sólo con sus jugadores sino también con una afición ayuna últimamente de palabras que enaltezcan su sangre y la pongan en ebullición.

Y si por ruedas de prensa como las del sábado, por su comportamiento o sus declaraciones somos más odiados, unos fulanos como nosotros nos sentiremos más orgullosos y más enfermos si cabe gracias a él.

Cada escudo tiene el rey que se merece


Foto Sevilla F.C

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