La sexta noche
Mientras estábamos hibernando el sueño de Eindhoven, secábamos la victoria en Glasgow, al mismo tiempo llenamos la mochila de noches sin dormir en Turín. Después, cuando creíamos que todo era real, llegaron Varsovia y Basilea.
Ayer volvimos a dejar pasar la noche, nos acurrucamos en nuestras casas para calentar un trofeo que es ya más nuestro que del que lo inventó. Qué necesidad tenemos de meternos en estos líos con lo tranquilo que se ve una final sin tener ninguna victoria que echarse a la boca.
Cuando dentro de muchos años les contemos a nuestros hijos o nietos esta gloria infinita creerán que son batallas deshilachadas que el abuelo ya no sabe poner en pie, que debe ser un error tanta plata derramada. Que la senectud provoca delirios de grandeza.
Como diría Cernuda, allá lejos donde habite el olvido, habrá que dejar crecer la memoria para que las noches de Europa sigan siendo una ficción con ecos de realidad, para que siempre sea una vez en la vida.
Foto EFE. Diario de Sevilla.
