El retrovisor no existe

Perder. Qué extraña sensación. 

Es de justicia reconocer que lo que ocurrió en el terreno del juego fue ver a dos equipos evitando ser eliminados en un partido a vida o muerte. Valga la expresión. Porque al parecer eso de "a vida o muerte" se lo toman muy en serio creyendo que el esto es algo más.

Lo que queda claro del derbi copero del año 2022 es que el fútbol no deja de ser un deporte con ciertos límites que nunca se deben sobrepasar.

Yo pensaba que la marrulleria estaba más que superada y eran solo imágenes del pasado que los medios de comunicación asocian desde Madrid a la imagen del derbi sevillano:

El botellazo a Juande Ramos, el derbi de la muleta y el borracho que saltó sobre Prats, el cuchillo que cayó sobre el césped, el bético que lanzó una docena de cohetes a la afición sevillista, las tonterías que decía Manuel Ruiz de Lopera, el trato vejatorio a los sevillistas en Heliópolis y por supuesto las decenas de imágenes de enfrentamientos, duras entradas y expulsiones entre los jugadores profesionales.

No esperaba que un idiota volviera a hacer de bético e intentara esconderse detrás de su propia cobardía lanzando un palo a un jugador de fútbol en el contexto de una celebración de gol y sin ningún tipo de provocación previa salvo la de llevar años tragando los éxitos deportivos del Sevilla FC. 

Pero lo que no me hubiera imaginado es que toda esa rabia contenida y todo el odio acumulado durante casi dos décadas de plata en nuestras vitrinas iba a transformarse en una imagen que solo los representa a ellos. El espectáculo que están dando es impropio de una ciudad como Sevilla y quizás por eso vuelquen con B lo que es con V inequívoca.

Quiero dar la enhorabuena a los vecinos por lo ocurrido en el campo, en un partido y acabó con tres canteranos jugando porque no teníamos más jugadores de la primera plantilla de los que disponer debido a las lesiones, positivos en COVID y participantes en la Copa de África. 

Aun así sólo han sido capaces de ganarnos por un gol de diferencia y dando las gracias a Koundé porque el balón diera en el larguero y no entrara en la escuadra. Partido que ha necesitado muchas bajas para ser igualado. Esa es la realidad y también lo es que de principio a fin fueron superiores.

Pero me niego, como sevillano amante del fútbol y firme defensor de la guasa que se rían de un acto violento los propios protagonistas y responsables. Me niego porque no quiero volver a un localismo que nos empequeñece como entidad reconocida en toda Europa por lo que ocurre con la pelota. Me niego a volver a vivir lo que pasaba hace veinte años. 

Y me niego sobre todo porque estamos en enero, la temporada acaba en mayo, la pelota sigue rodando, disputamos nuestra competición fetiche y estamos segundos en Liga.

Nadie nos va a despistar, nada va a hacer que dejemos de apoyar a los nuestros y pobre del que quiera robarnos la ilusión.

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