Hablemos en plata
La Copa de la UEFA, como a mí me gusta llamarla, fue la explosión de alegría más inmensa de los que tuvimos la suerte de vivirlo en 2006.
Varias generaciones de sevillistas no habían visto ganar a su equipo un título y ni siquiera acercarse a vivir una final. Aquella UEFA fue para los abuelos sufridores que solo pudieron celebrar algún ascenso o, como ocurrió dos años antes, celebrar una clasificación europea.
Y aquellos abuelos se fueron a un cielo plagado de guionistas que nos han ido regalando más alegrías y más títulos cada uno más difícil que el otro. Por eso es normal llorar y acordarse de ellos. Porque son sangre de nuestra sangre y nos inculcaron el amor por unos colores.
Claro que la Europa League no es la competición más importante a nivel europeo. Pero hay que saber quiénes somos, dónde estamos y de dónde venimos.
Hay que tener en cuenta el contexto socioeconómico de nuestra ciudad y de Andalucía en general y compararnos con otras comunidades autónomas de España y otras regiones europeas. Partimos en clara desventaja. Nuestra histórica ciudad a nivel económico y de infraestructuras tiene un techo.
Pero encontramos un modelo económico que se basaba en explotar los recursos al máximo y rentabilizar cada una de las inversiones que se hacían. Convirtiendo los ingresos extraordinarios en el sustento para poder crecer año tras año. Medidas arriesgadas que hacen que precisamente este año hayamos llegado a tener pérdidas por exprimirnos al máximo.
Es cuestión de ingenio y de corazón. Es cuestión de trabajo y sacrificios. Somos la excepción en este maravilloso mundo deportivo.
Hablemos en plata. Nunca mejor dicho. Para nosotros, es difícil ganar un título más importante que la Europa League. Cada club tiene sus límites y el nuestro es el mismísimo techo de la ciudad de Sevilla.
