Nuestro lugar en el mundo

No podemos pretender competir contra gigantes, Sancho. ¿Acaso te has mirado por un momento ese precioso y pretencioso ombligo? No tengo ni puedo que ser yo quien diga que si el cielo tiene un límite, posiblemente hace ya tiempo que rompimos el techo. 

Vivimos por encima de nuestras posibilidades desde hace años porque nuestro modelo de negocio no se asienta en cimientos indestructibles, todo lo contrario. Llevamos casi dos décadas tocando las estrellas con los pies en una torre que se tambalea con cada pequeña brisa. Pero es tan esbelta y está tan bien diseñada que pobre del que quiera bajarnos de esta plaza.

¿Dónde está la línea entre la felicidad y el estancamiento? Escuchen más a Monchi.

Dependemos de los patrocinadores de los equipos grandes, y de los chanchullos que les permiten a los clubes-estado. ¿Cómo va a protestar Javier Tebas del endeudamiento del FC Barcelona si, como buen madridista, necesita un Barça fuerte que aumente el valor de LaLiga? De ahí que siga llorando como una Magdalena en el Muelle de San Blas porque MBappé no llegó en ese barco velero cargado de sueños.

¿Qué espacio nos corresponde del trocito de tarta que es el fútbol? En lo económico uno, en lo deportivo otro. Todo es cuestión de perspectiva y de aceptar nuestro lugar en un mundo que por más que cambie, seguiremos siendo la misma familia roja y blanca del Sánchez-Pizjuán. 

Somos el puto Sevilla Fútbol Club. 
Lo demás es volátil.

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